Las noches reclaman tu presencia; la oscuridad no se siente tranquila. Mis manos se aferran a la almohada, fingiendo que tocan tu espalda.
La lluvia ha empapado mi cuerpo, dejando sólo un puñado de carne y huesos. Eras el calor de mi ser.
Ahora... ahora comprendo lo que necesitaba saber.