Con una velocidad no imaginada,
te acercaste peligrosamente a mí.
Sin ser consciente de tus actos
o actuando premeditadamente,
decidiste sonreír.
Sonrisa cegadora y cautivante;
distracción de mi periferia.
Sin apartar los ojos de lo inevitable,
te vi chocar contra mí.
Una explosión de ideas;
un rompecabezas de fragmentos.
Pedazos esparcidos por el piso,
esperando ser recuperados.
Sin existir un orden en las cosas,
comencé a unir las piezas.
Sin darme cuenta,
estaba construyendo un mural.