Cuando las luces
desaparecen, tu respiración azota mi piel, como el vendaval de un huracán,
dispuesta a luchar y dejar estragos en mí.
Sólo hay tinieblas; la oscuridad se ha apoderado de todo. Entre mis pensamientos y mis pesadillas, los ruidos nocturnos hacen mella en mi mente, la cual no para de buscar una salida.
Entre jadeos y gotas de sudor y, ante el inminente grito de terror, tus dedos rozan los vellos erizados de mi piel… ese choque eléctrico me inmoviliza… detiene todos mis músculos y, poco a poco, mis sentidos se agudizan hasta captar un calor en la oscuridad, una flama invisible que se acerca a mí y que no sé cómo interpretar.
Sin nada más que perder, me dispongo a luchar… contra todos los demonios nocturnos que se atrevan a llegar…
Entre susurros y palabras incoherentes me abrazas y me dices que todo está en paz; no hay nada de qué preocuparse, sólo me tengo que volver a dormir y tratar de descansar.
Sin batallas ganadas; sin explicación alguna, has ganado la guerra.
Sólo hay tinieblas; la oscuridad se ha apoderado de todo. Entre mis pensamientos y mis pesadillas, los ruidos nocturnos hacen mella en mi mente, la cual no para de buscar una salida.
Entre jadeos y gotas de sudor y, ante el inminente grito de terror, tus dedos rozan los vellos erizados de mi piel… ese choque eléctrico me inmoviliza… detiene todos mis músculos y, poco a poco, mis sentidos se agudizan hasta captar un calor en la oscuridad, una flama invisible que se acerca a mí y que no sé cómo interpretar.
Sin nada más que perder, me dispongo a luchar… contra todos los demonios nocturnos que se atrevan a llegar…
Entre susurros y palabras incoherentes me abrazas y me dices que todo está en paz; no hay nada de qué preocuparse, sólo me tengo que volver a dormir y tratar de descansar.
Sin batallas ganadas; sin explicación alguna, has ganado la guerra.