domingo, agosto 17, 2014

Regalo a una flor

Con tanto deleite se fue formando; sus células se fueron alargando con el paso de los días. Los rayos del sol calentaron cada milímetro del revestimiento. Ansiosa de ver el cielo azul; de sentir el aire en sus pétalos; gustosa de sentir el rocío... su vida no podía ser más armoniosa.

Pero nunca se imaginó, que todo podría ser diferente. Al abrir sus pequeños y delicados pétalos, su mirada se detuvo en un rostro angelical; su rostro sintió lo terso de unos labios y con gusto compartió su aroma floral.

Esa mirada coqueta la cautivó desde un principio; el susurro de su boca la dejó sin aliento, pero la sonrisa de su cara, inmortalizó ese gran momento.

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