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sábado, abril 23, 2016

Límites

Sin temor a equivocarme, buscando llegar a zonas desconocidas, corro tan rápido como mis piernas me lo permiten. La carrera es implacable y el esfuerzo es demasiado, pero al final, me derrumbo con gran satisfacción. Entre mis manos, inmóvil y apenas respirando, se encuentra mi imaginación.

En una pelea desigual, termina cediendo a la fuerza. Sin encontrar mucha razón en las acciones, termina por quedarse callada. Casi secuestrada, le explico que no lo tome personal, pero no es necesario que siga creciendo.

Su cara de incertidumbre se postra sobre mí y sus pequeños ojos sólo muestran la curiosidad que siempre la mueve; derrotada y encerrada, sus sollozos crean una canción tan triste y melancólica, como cuando llora la Luna a su amor perdido. 

miércoles, marzo 25, 2015

Lágrimas nocturnas

Con las mejillas empapadas y los ojos vidriosos, su vista hacia atrás volvió. Nada la preparó para semejante acontecimiento, pero las lágrimas que cada noche derramó crearon un sendero de flores.

Flores muy sencillas y delgadas, pero rebozantes de vida y color.

Fue entonces cuando, en su reflejo contempló el brillo de sus ojos y su corazón lanzó un suspiro. Su dolor no fue en vano, de él, algo para sobrevivir... se aprovechó.

lunes, diciembre 12, 2011

El Mundo Olvidado

¿Por cuánto tiempo debe de esperar ese mundo para que nuestra mirada le volvamos a dar? ¿Acaso hemos salido del mundo para nunca más volver? Ese espacio en el que invertimos tanto tiempo y que, en determinado momento consideramos un refugio, ahora se encuentra a la deriva del viento.

No hay nada que lo haga prosperar, nada que lo haga girar, nada como nuestra imaginación; porque es a ese rincón a donde escapamos cada vez que nos creemos "muertos", es aquel espacio de calma, esperanza y serenidad... pero que ahora, parece muerto.

Los árboles no reverdecen más, porque no hay sueños que los rieguen; los pájaros ya no se escuchan cantar, porque no hay gritos desesperados a los cuales se deben de enfrentar; las cascadas dejaron de caer porque ya no hay lágrimas que derramar; la maleza ha crecido en los caminos, porque ya no hay nadie que recorra las veredas a gran velocidad para su cuerpo, del estrés librar.

Todo eso que no llevamos más allá, se encuentra atado a nosotros, en este mundo real, lejos de ese mundo subalterno que vive mientras muere con cada cuento que dejamos de contar...