Salir corriendo cuando todo es perfecto; salir corriendo a ese mundo en donde todo se lo lleva el viento; salir corriendo y escapar de lo que está sucediendo, ¿no es la mejor manera de pelear y nunca ganarle al viento?
Correr para crecer, correr para ver nacer... pero sobre todo, correr y sentir la lluvia caer... Ese magnífica sensación de paz, de libertad, de que todo debe seguir igual, de que todo cambio que se haga, debe llevar a un mejor final.
No hay nada que un viento de lluvia, una gran nube fugaz y los rayos a lo lejos, no puedan apaciguar...
Pero, ¿para qué esperar a que la vida no muestre paz? Mejor hay que disfrutar este sentimiento de paz, que el destino es sabio y la vida rara vez se equivoca.
No corramos para alcanzar, no corramos para olvidar, mejor corramos para nuestra vida poder contemplar...
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