Te presto mi mano sólo si quieres llevarla hacia el corazón. La vena palpitante de tu sien, ahoga este silencio y te delate frente al espejo.
El reflejo es un mudo recuerdo que me dice que estoy aquí, esperando por un dicho que una vez me contó un viejo.
No censures el pequeño beso que te doy, en el encontrarás más caminos de los que llegan a Roma. No busques un momento de pasión, porque la pasión la desencadenamos con mirarnos a los ojos.