sábado, abril 23, 2016

Límites

Sin temor a equivocarme, buscando llegar a zonas desconocidas, corro tan rápido como mis piernas me lo permiten. La carrera es implacable y el esfuerzo es demasiado, pero al final, me derrumbo con gran satisfacción. Entre mis manos, inmóvil y apenas respirando, se encuentra mi imaginación.

En una pelea desigual, termina cediendo a la fuerza. Sin encontrar mucha razón en las acciones, termina por quedarse callada. Casi secuestrada, le explico que no lo tome personal, pero no es necesario que siga creciendo.

Su cara de incertidumbre se postra sobre mí y sus pequeños ojos sólo muestran la curiosidad que siempre la mueve; derrotada y encerrada, sus sollozos crean una canción tan triste y melancólica, como cuando llora la Luna a su amor perdido. 

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