martes, julio 07, 2009

El Faro

Un día visité a mi padre y durante la visita, salimos a pasear por la playa; en el recorrido me narró muchas de sus experiencias, los grandes sucesos que ha tenido su vida, las caídas y las grandes derrotas que ha padecido. Su vida ha sido muy dura y ha vivido muchas carencias, pero a pesar de todo, pudo vivir, salir adelante, sacarnos adelante y sobre todo, ser feliz!!!

Conforme caminábamos, me iba contando sus anécdotas; lo hacía de tal forma que yo me iba imaginando las cosas, sentía lo que él había sentido e incluso podía ver todos los paisajes que él vivió, con todo y sus carencias... carencias que eran grandes tesoros, ya que actualmente, mucho del entorno en dónde él creció, ya no existe, se lo ha llevado el tiempo, lo ha invadido el futuro presente y ha terminado con la magia de aquello.

Con el andar, yo iba reflexionando todas y cada una de las anécdotas de mi padre, anécdotas que me hacían sentir tan pobre y lo mísero que estaba siendo al educar a mis hijos. No supe en que momento mi padre se quedó callado, cuando reaccioné, estaba unos pasos adelante de mí, mirando el viejo faro de la playa.

Él me dijo "se está terminando un ciclo diario y ya casi es momento de que el faro comience con su andar nocturno". Después de ésto me dijo "mira bien lo que hay a tu alrededor, observa cada detalle y observarás el destino". Al finalizar, guardó silencio por algunos minutos; mientras tanto, yo intentaba digerir sus palabras y encontrar el "destino" en esa bahía olvidada por el tiempo.


De pronto, rompió el silencio y me dijo: "ese faro ha estado ahí por casi un siglo, su luz no ha dejado de iluminar el horizonte en cada noche; no importa si ha habido tormentas, calamidades o cualquier problema que afecte a la villa, siempre ha estado ahí para brindar su luz a los que se aventuran a la mar y proporcionarles seguridad y luz en su camino".

En cuanto terminó estas palabras, se vino a mi mente un torrente de ideas que me ayudaron a comprender todo. Durante nuestra vida, debemos de ser como los faros, pacientes ante cualquier cosa, no dejar que nada nos interrumpa de nuestras actividades, afrontar las tormentas por más fuertes que éstas sean, luchar por estar siempre en pie y sobre todo, iluminar el camino de las personas que nos rodean, así como brindar la protección y la seguridad que todo mundo necesita, aunque en el fondo nuestros cimientos tiemblen con cada ola que truena contra el abismo y nuestra luz intente apagarse con las ráfagas del viento.


Pude comprender las canas de mi padre, leer las arrugas de su rostro, aprender de lo áspero de sus manos, pero sobre todo, logré recrear lo que es recorrer el camino con un paso lento y una sonrisa.

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