Sin dar tregua al alba, su presencia se vislumbró antes de que desaparecieran los rayos del sol. Como un fiel espectador, sus ojos nunca se movieron; sus sentimientos se clavaron en la mente de aquel infeliz.
Como clavos al rojo vivo fueron entrando lentamente, cambiando estilo y formas de pensar. ¿Quién lo iba a imaginar? La luna es un misterio por decifrar. Su belleza extrema sólo se compara con su hambre de maldad.
Engatuzando gatos y cambiando a los desdichados, sus ideas giran entorno a los deseos de la humanidad.
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