Sin más fuerzas que la impulsaran, tomó valor del grano de esperanza que existía en el fondo de su pecho. Tiró de sus manos, hasta que las cadenas temblaron; ella no lo sabía, pero ya lo presentía. Por las venas de su cuerpo, corría algo más que sangre y valor.
Dotada de encanto y de amor por las plantas y animales, su energía curaba más allá de la razón del hombre. Su figura fue mal interpretada y definida como un ser del mal, pero de maldad, no tenía nada.
Al momento de gritar, su voz retumbó en el corazón de las piedras; su energía agrietó los muros, pero sus ojos surcaron a su alrededor, buscando ofrecer consuelo al desequilibrio que había causado.
Con el poder del viento, huyo por un pequeño sendero; cada paso que daba la llenaba de paz y sabiduría; cada respiro fuera del calabozo le despejaba la mente y le iluminaba el sendero. Como animal salvaje, sus piernas se fueron adentrando, con seguridad, en lo que siempre fue, su gran hogar.
Dotada de encanto y de amor por las plantas y animales, su energía curaba más allá de la razón del hombre. Su figura fue mal interpretada y definida como un ser del mal, pero de maldad, no tenía nada.
Al momento de gritar, su voz retumbó en el corazón de las piedras; su energía agrietó los muros, pero sus ojos surcaron a su alrededor, buscando ofrecer consuelo al desequilibrio que había causado.
Con el poder del viento, huyo por un pequeño sendero; cada paso que daba la llenaba de paz y sabiduría; cada respiro fuera del calabozo le despejaba la mente y le iluminaba el sendero. Como animal salvaje, sus piernas se fueron adentrando, con seguridad, en lo que siempre fue, su gran hogar.
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