Como fruto de una noche de juerga, donde diferentes sustancias invaden mi cerebro, las sensaciones que sea apoderan de mi mente me generan una descarga de endorfinas que me llevan a perderme en un torbellino de de sensaciones de placer.
Con la brisa azotando mi cara y el aleteo de las golondrinas en el fondo, los poros de mi cuerpo se abren para dejar entrar cada elemento del puerto.
Azul turquesa hasta el infinito; velas que se mueven al vaivén de las olas; olores exquisitos inundan mi olfato, dejando que mis manos recorran tu silueta imaginaria.
Como un grito en la oscuridad, un rayo ilumina cielo y se electrifica el momento, dando paso a una maquinaria que existe desde el inicio de los tiempos.
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