Como mañana de primavera, las golondrinas se posan en el balcón. No importa lo fresco del aire, su canto retumba en cualquier esquina.
Esperando un fuerte grito, mi alma a la expectativa se ha quedado, contemplando el panorama que ha creado una nube incolora en el cielo.
Con las manos a los costados, cierro los ojos y veo a todos lados; el silencio ya no reina en esta habitación, nunca lo hizo.
El eco de las voces ha disminuido, ahora son un pequeño tifón en mi cabeza; un remolino de ideas que encubren a un monstruo que se debora las palabras.
Las acciones se las lleva el viento, los actos nos parten el alma, pero el silencio... ese siempre desgarra el aliento.
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