Con los ojos entre cerrados, veo tu silueta a contra luz, viendo hacia el frente, como esperando la llamada del mundo.
No respires, que la condensación de tu aliento, es como la estela de un barco... es como una señal, de que una vez estuviste aquí.
Si pudiera ser de papel, tendría escritos tus sueños en mí.
Si pudiera ser de aire, podría entrar a tu pecho y escuchar tu corazón.
Si pudiera ser de luz, iluminaría tus pasos al andar.
Si pudiera ser oscuridad, calmaría todos tus miedos.
Si pudiera ser alegría, viviría en la sonrisa de tu boca.
Si pudiera ser algo más, no dudaría en abandonarlo todo para hacer de tu mundo, un mundo nuestro.
Corre, no dejes que te alcance. Corre más rápido y deja de mirar atrás. Tu respiración entre corta, lo alienta a quererte alcanzar y, si lo logra, sus zarpas te van a desgarrar.
Los ojos claros, que por accidente viste, ahora están encendidos como un par de brasas; si única meta es, devorarte lentamente; saborear cada bocado de ti bajo la luz de las estrellas.
Corre con todas tus fuerzas, como loca al ataque, que tu vida depende de ello y esta vez, no hay nadie para que te salve.
Que la luz de la luna se cuele por tu ventana, acaricie tu cara e ilumine tus sueños.
Sigue el sendero por la ladera, su hierba aún conserva el rocío de la mañana, purifica tus pies con él y levanta los brazos al aire.
Siente la libertad; eres libre y tu imaginación debes descarrilar. Este mundo es misterioso, pero muy apasionado.
Si atrapas una luciernaga, tu noche iluminada estará; los deseos podrían convertirse en realidad, sin importar su grandeza y complejidad.
Planeando y sin planear, el tiempo transcurre; como cometa zurcando los cielos, me elevé por el cielo infinito.
Extendí mis brazos al sol, dejando que el viento me moviera, sabiendo que tú, no dejarías que me pierda en la inmensidad.
Entre remolinos y brisa, la felicidad empapa el mundo, juntando nuestras mentes y acercando nuestros corazones.
Mi mente piensa en ti; te atrae como imán al hierro. Esperando que pienses, aunque sea un segundo en mí, porque el verte a cada momento, me hace sentir enganchado a un fantasma.
A un fantasma lo puedo ver, pero mis manos desean tocar; mis dedos desean acariciar tu piel y sentir cada uno de tus vellos levantados.
No dejes un suspiro en mi cuello, porque eso me confirma que sí eres un fantasma; entre la oscuridad te encuentro, pero de día no dejo de verte... espero estar cayendo por amor, porque de otra forma, me estaría volviendo loco...
A veces el viento arrastra nubes por tu cielo y la luz se vuelve tenue. Aunque no puedas ver los rayos del sol, este sigue brillando ahí para ti.
Cuando cae la noche y la luz de la luna se pierde entre las bolas grises de algodón, en el firmamento están las estrellas, esperando con ansiedad guiar tu camino.
Esa línea que surca el cielo, tan flexible como el aire, tan rígida como el horizonte.
Línea de luz que transmite felicidad; límite definido en un sólo trazo.
Con ligeras curvaturas, su pasión salta al cielo.
Aunque haya viento, a su destino siempre llega; de día o de noche, su semblante no cambia.
Esa línea blanca brillante, esa línea que es su sonrisa...
Como siempre; como todos los días de mi vida, llego un tiempo después de la hora citada.
Ese pasillo largo, en donde se escuchan mis pasos apresurados, pinta mi sombra cuando me muevo hacia adelante.
Con la maleta arrastras, busco el andén tan esperado.
He llegado tarde; tarde como siempre... pero, pero esta vez, sólo perdí unos minutos no tan valiosos de mi vida.
Casi sonriendo, mi tren de la felicidad espera ansioso por mi.